La Parroquia en Imágenes

12 de mayo de 2010

Domingo de Ascensión

Estamos en vísperas de celebrar la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo; donde recordamos que subió a los cielos luego de su resurrección; este todo Dios que lo llena todo.

Asciende para que todo quede bajo sus pies, proceso que culminará cuando regrese por segunda vez; cuando establecerá su reino eterno.

Confesamos que ascendió como Dios y como hombre, pero ¿cómo lo hizo? ¿Cómo es posible que la naturaleza humana de Jesucristo pueda estar en todas partes, incluyéndola en los 4 elementos, agua, fuego, aire y tierra? En su estado de exaltación, usa todos los atributos divinos comunicados a su naturaleza humana, y pasa a ser el gobernante de todo el inmenso universo.

Cabe la pregunta, si Dios es todopoderoso ¿puede hacer una piedra tan grande que no pueda mover? Si no la puede crear, entonces no es todopoderoso, y si no la mueve, tampoco lo es. Creo que así como el no puede pecar, tampoco puede crear algo que no puede controlar, pero no por eso disminuye su poder. El creo todas las cosas con un sentido, con una dirección, con un propósito, y nosotros somos los beneficiarios directos de esa creación. Somos tan beneficiados que a partir de su obra nuestra propia naturaleza es transformada, “…y habiéndoos despojado del viejo hombre con las prácticas de él, y habiéndoos vestido del nuevo que es renovado para un crecimiento pleno conforme a la imagen del que lo creó…”

Somos despojados del ese viejo hombre, y esa realidad se hace patente en nosotros a través de la fe. El viejo hombre, ese poder interior que nos lleva a desobedecer al Señor; si bien, desde el bautismo fuimos justificados, perdonados, redimidos; tendremos que batallar contra las consecuencias; habla de la fornicación, en griego porneian, raíz de la palabra pornografía, todo aquello que sale fuera del matrimonio, hoy en boga el tema del casamiento homosexual, sumando otros comportamientos y decisiones sexuales que Dios no contempla como constructivos; habla de la impureza, comportamiento que desecha todo lo sano; la pasión desordenada, aquello que no tiene límites en la vida; el deseo malo, inclinaciones del corazón que traen como resultado la maldad; la avaricia, ese pequeño dios que nos ata a las cosas materiales y nos aleja del Señor.

Pero lo maravilloso es el cambio que se opera en la vida “…en las cuales también vosotros anduvisteis otrora, cuando vivíais en esas cosas…”; ese renunciar efectivo, ese pasado que murió, ese nuevo vivir que desecha ese pasado, ese cambio es por la obra de Dios; el despojarse del viejo hombre y renovarse en el nuevo, como quien cambia de vestiduras, pero incluye la propia naturaleza personal. Sabemos que es difícil, ¡pero no es imposible!, porque, reiteramos, Dios es todopoderosos, y desde su ascensión esta al control de todas las cosas, ¿le dejamos el control?

Este despojarse habla de quien antes era nervioso, ahora es inquieto por las cosas de Dios, antes era tranquilo, pero ahora es pacífico, siembra la paz, antes era discutidor, ahora es el filósofo en las cosas de Dios, antes era peleador, ahora es el dinámico, antes estaba lleno de dudas, ahora es aquel que canaliza sus energías en investigar las voluntad divina; en resumen, se deja de vivir en las cosas malas y destructivas del pasado, y se comienza a vivir en la felicidad del bien actual,

La seguridad de la ascensión es que Cristo está a nuestro lado, en todo lugar y en todo momento; es más, el está en el control de todas las cosas. Lo maravilloso es que esta renovación, proceso de santificación se va haciendo “…a la imagen del que lo creó…”; o sea, de Dios; en su santidad, en su perfección, en sus frutos, en su amor.

Que este periodo de Ascensión, Dios siga forjando tu vida, para que en ese dia de Pentecostés, el Espíritu Santo haga la maravillosa obra que tu ser entero anhela. Muchas bendiciones.



Pastor Carlos Brinkmann



Citas bíblicas: Interlineal griego-español. Francisco Lacueva. Editorial CLIE. Año 1984

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