La Parroquia en Imágenes

15 de junio de 2011

La vida en el espíritu de Pentecostés

Este pasado domingo 12 de Junio la cristiandad celebró la fiesta de Pentecostés, afirmando que el Espíritu Santo hace evidente su obra a toda la humanidad.
¡Que notable es Dios! ¿Por qué digo esto? Este Dios, que en su esencia de Dios Trino, siempre acercándose al hombre, siempre dando Él el primer paso. Arrancando desde el comienzo mismo de la creación, este Dios Padre en su obra creadora, preparando un universo acogiendo la presencia humana, brindándole lo imprescindible para su existencia. Este Dios Hijo, que en su obra Redentora, también acercándose al hombre al verlo perdido y yendo a su destrucción, derrumbando las paredes del pecado y acercando al creador y a su creación. Y nuevamente, en el Pentecostés, este Dios Espíritu Santo, derramando de su esencia y su poder sobre los que creen en Jesucristo, para culminar esa obra de salvación y enviando a esos redimidos a predicar y llevar la salvación a tantos otros que están en la situación de perdición.
En Gálatas 4:6 dice: “Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama ‘¡Abba! Padre!’” La presencia de la Trinidad, Espíritu, Hijo y Padre, re-ligando al hombre y a Dios, haciendo de la vida una religión, una relación, un re-encuentro de la criatura y del que le dio la vida; pero ya no como esclavo, ni como condenado ni como rechazado, sino como hijo. Recibimos al Espíritu para vivir una vida plena, una vida de relación, una vida con sentido, una vida que tiene un valor especial.
Esta vida de reconciliado se manifiesta en mis actitudes, en mis palabras, en mi comportamiento, en mis intereses, en mi dirección de servicio. En mis actitudes, ya que no miro la vida dese la posición del que se mira el ombligo, esa es la postura del que está lejos de Dios, y al hacerlo se le imposibilita el buscar al Dios que lo ama, por esa razón, tres veces Dios en su esencia trina, se acerca y se derrama a la persona, en mis actitudes de adoración, de dependencia, de desinterés, de entrega, a Dios y a mi prójimo. Se deja ver en mis palabras, que son palabras de construcción, en medio de un mundo done las palabras son vanas, destructivas, egoístas, el cristiano busca la felicidad y la realización del otro que lo está escuchando. Se manifiesta en el comportamiento, mientras que el mundo en su afán de cubrir sus necesidades, reales y creadas, vitales y las del pecado, el cristiano es sobrio, medido, ubicado, constructivo; su comportamiento refleja la obra de criatura nueva de Cristo que está feliz con esa obra salvadora. La vida de reconciliado se refleja en la vida de servicio, en medio de un mundo egoísta que busca siempre su propio bien, y, en ocasiones, a costa del bien de los demás, el cristiano refleja una actitud de servicio, dejando la vida de avestruz, de esconder la cabeza e ignorar la realidad, muchas veces hasta perdiendo de su propio bien, para que el que no tiene, pueda tener, aún a su costa, un bien que lo haga íntegro y pleno.
Quiera Dios que en este fecha de Pentecostés puedas decir, junto con todos los que creen en Cristo: “¡Abba, Padre!”, es frase de cariño, de confianza, de reconciliación, porque eso es lo que Dios hizo por ti, y cada día la quiere perfeccionar, dándote poder, dándote autoridad, dándote vida eterna.
Pastor Carlos Brinkmann

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