La Parroquia en Imágenes

9 de noviembre de 2011

Segundo Mandamiento

No tomarás el nombre de tu Dios en vano

¿Qué significa esto?

Debemos temer y amar a Dios y por lo tanto no maldecir, ni jurar, ni hechizar, ni mentir o engañar en su nombre; mas debemos invocarlo en todas las necesidades, orar, alabar y darle gracias
El nombre de Dios es  todo lo designado y conocido de acuerdo a su persona y su sobras. El nombre de Dios es santo, apartado de y para lo malo, y el Señor no permite que se use su nombre para  maldecir, o sea invocar la ira de Dios sobre uno o sobre otros; no permite que se jure poniéndolo como testigo de cosas falsas; tampoco para hechizar, usando su nombre para ejecutar cosas sobrenaturales, específicamente incursionando en el ocultismo, desde el curanderismo, la magia blanca llegando hasta el satanismo craso; además no permite que se mienta o engañe en su nombre, usándolo para encubrir una mentira, hasta para enseñar religiones falsas que niegan su divinidad y su salvación universal; o hasta para encubrir nuestra hipocresía, usando el nombre de cristianos para vivir una vida sin fe ni compromiso con Dios.
Es el deseo de Dios que usemos su nombre para invocarlo en todas las necesidades, por ejemplo, físicas (Salud, alimento, vestimenta), es un Dios poderoso que tiene respuestas para ello; necesidades económicas, especialmente cuando la economía es negativa, descansar en las promesas divinas que sostienen a sus hijos; en las necesidades afectivas, en esos momentos de soledad o abandono, el Señor se presente como la compañía fiel y verdadera;  y especialmente, en las necesidades espirituales, en los momentos de angustia, de falta de seguridad del perdón, de la falta de paz, es cuando Dios quiere que se lo llame a formar parte esencial de su vida.
Es también su deseo ser invocado en la oración, en ese hablar con el Salvador, de abrir nuestro corazón y derramar nuestro espíritu ante él, en todas las experiencias de la vida, nuestro diálogo con Dios es vital para nuestra fe.
Alabarlo por su obra, en la creación, admirando la naturaleza y su perfección; también alabarlo por su obra en nosotros, rescatándonos de la perdición, llevándonos a la salvación y recibiéndonos en su luz eterna. Darle gracias, el dar gracias es humillarse ante Él y reconocer nuestras limitaciones; aceptar nuestra dependencia de su persona y su capacidad de sostener todo el universo, dar gracias es alegrarse por la obra divina.
Que puedas clamar a Dios, usando su nombre con confianza y con alegría. Que Dios te bendiga.

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