Santifica el día de reposo
¿Qué significa esto?
Debemos temer y amar a Dios y por lo tanto no tener en poco la predicación y su palabra; más debemos tenerla por santa, oírla y aprenderla de buena gana.
Con el Tercer mandamiento concluye con lo que enumeramos como la primera tabla, los tres primeros mandamientos la conformarían, haciendo alusión figurada a las dos tablas con las que Moisés descendió del monte con la voluntad de Dios escritas. Claro, que la Biblia no nos dice que este sea el número y la ubicación en las tablas de piedra, sino que, en lo figurado, los tres primeros mandamientos nos hablan de nuestra relación con el Señor. En este mandamiento, nuestro encuentro personal y grupal con el Creador.
Nos plantea que guardemos el día de reposo, pero, ¿cuál es el día de reposo? Es un tema que siempre sale, y hay denominaciones que defienden el sábado como el único día aceptado para el reposo.
No nos podemos olvidar que el día de reposo, el Sabbat (Cesar, parar, descansar) era el séptimo día, en nuestro calendario corresponde al sábado. En la época de Moisés no existía este calendario actual, es más, los años que los judíos celebran, no es la misma cantidad, ellos andan por el cinco mil y pico; además, su fin de año es en otro mes, distinto al que nosotros nos regimos. ¿Por qué este planteamiento? Es necesario analizar y ver todo el contexto para afirmar un día determinado de reposo. La cristiandad, ya desde la época de Pablo, guardaba el primer día de la semana como el día de reposo, lo podemos ver en la vida práctica de las congregaciones (1 Corintios 16:2; Hechos 20:7) Pero, ¿por qué lo hacían? En memoria de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que rompiendo con el viejo pacto, la salvación por medio del cumplimento de la Ley , resucita el primer día de la semana, correspondiendo a nuestro domingo hoy; comenzando el nuevo pacto, la salvación por medio de la fe en Jesucristo. Pero, en esta libertad de la fe, el Señor va más allá todavía, y deja que el cristiano se reserve el día de reposo, que es un acto de encuentro con su Señor; no es el día lo más importante, sino el Señor de ese día (Ver Mateo 12:8; Colosenses 2:16-17) Claro, que el mandamiento no es invalidado, Dios dice en Éxodo 20:8-11: “Seis días trabajarás…. Más el séptimo día es reposo…” Esto no ha cambiado, Dios sigue siendo el mismo; y en vista de esto los cristianos nos organizamos en los domingos, para tener esa oportunidad de ir todos a congregarse alrededor de la Palabra y los Sacramentos, pero lo que se enfatiza es que la ley pierde su carácter salvífico y mantiene su carácter de guía y regla para nuestra vida.
No teniendo en poco la Predicación y su Palabra; ese tiempo indispensable para congregarnos, alimentarnos, recibir de su Palabra como comunidad. En el mandamiento nos asegura que tenemos 6 días para nuestras cosas, Dios nos pide un día para Él, por eso es santo ese día, es apartado para el Salvador. Generalmente hacemos las cosas que no podemos hacer en la semana, dormir, pasear, arreglar cosas en la casa, leer, etc. Y Dios, otra vez, como los otros días en la semana, queda excluido. Por eso, el énfasis en la Palabra , mi encuentro personal y diario con mi Creador, con la Biblia abierta que es donde nos habla, con los labios y el corazón dirigidos a Él en oración donde le podemos hablar. El Señor nos dice que es lo mejor para nosotros, para nuestra familia, para nuestros planes, para nuestro trabajo, para todo.
Más debemos tenerla por santa, especial, creada por el Señor, puesta para enseñarnos, pero, especialmente, para conocerle; oírla y aprenderla de buena gana. Que el vivir la vida cristiana, el leer su Palabra, el investigarla, nunca debe ser un esfuerzo, debe ser tan natural y espontáneo como el comer cuando tenemos hambre. Y con esta comparación termino, ¡Cuánto tiempo y esfuerzo le dedicamos a cuidar, sostener y alimentar nuestro cuerpo terrenal…! Se trabajan horas y horas para ganar el sustento, se dedican horas por día para las distintas comidas, del sustento se compran ropas, calzados, vivienda, indispensables para nuestro mejor calidad de vida, pero ¡Qué poco tiempo le dedicamos al alimento de nuestra vida espiritual…! Muchas veces, hasta un culto semanal nos es molesto, no nos gusta participar en las demás actividades, por razones de trabajo, por razones de cansancio por, etc, etc, etc…. Tratemos de igualar esfuerzos, así como dedicamos tiempo y valor al desarrollo cognitivo, cuidamos y fortalecemos la vida corporal, como lo dice 1 Tesalonicenses 5:23; cuidemos, fortalezcamos y desarrollemos nuestra vida espiritual.
Carlos Brinkmann
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