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30 de noviembre de 2012

LA CONCLUSIÓN DEL PADRENUESTRO


Conocemos a la conclusión como la frase de cierre de la oración del Padrenuestro: “Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos.” Sin embargo, cuando nos acercamos a los evangelios (Mateo 6 y Lucas 11), no encontramos estas palabras. Esta conclusión se fue agregando hasta formar el cierre de esta oración, no por eso es menos válida, ya que se culmina esta oración reconociendo, como al principio con la palabra Padre Nuestro, que todo es voluntad divina.

El amén, el: “Si, si, que así sea… “es el reconocimiento y aceptación de cada uno de los ítems que nos identifican en la oración. Decimos Sí, si, que así sea cuando decimos Padre, mi Padre, el Padre de todos, por la creación y por llevarnos a la fe. Decimos Sí, si, que así sea cuando reconocemos su presencia en todo lugar, su omnipotencia en el momento de orar que está en los cielos. Decimos SI cuando queremos que haya más personas que santifiquen (guarden) su nombre, en consecuencia, que haya más cristianos. Decimos SI reconociendo su autoridad y aceptando su reinado de Poder (La vida misma), su reino de Gracia (La vida de la iglesia), su reino de Gloria (La vida eterna). Decimos SI cuando nos entregamos a su Voluntad divina, tanto para aquellas situaciones que consideramos buenas, como para aquellas que nos traen congoja y sufrimiento. Decimos SI a la seguridad que Él nos proveerá de lo suficiente en esta vida para nuestro sustento en todas las aéreas de nuestra vida. Decimos SI al estar dispuestos a perdonar de la misma manera que Cristo nos perdonó en la cruz. Decimos SI a su sabiduría rogando voluntad y obediencia para resistir la tentación a lo malo y discernir la tentación a lo bueno que proviene de Dios. Decimos SI a la protección divina del poder de Satanás en todas las áreas que este se mueve.

Este Sí, si, que así sea tiene un precio. ¿Estamos dispuestos a pagarlo…? ¿Cuál es ese precio…? Renunciar a nuestros “gustos” carnales, personales, mundanales; ya que cuando decimos “Padre”, estamos renunciando a nuestra autosuficiencia y a la rebeldía contra la voluntad divina. Cuando decimos “Santificado” estamos renunciando a nuestra comodidad y vergüenza de proclamar su palabra y nos comprometemos con toda nuestra vida a que haya más almas para Cristo. Cuando decimos “Reino” nos sometemos a la voluntad divina y renunciamos a la desobediencia, transformándonos en hijos atentos y sumisos al Salvador. Cuando decimos “Pan nuestro” renunciamos a la avaricia y al materialismo, actitudes que el mundo presenta como actitudes y sentimientos nobles, para el cristiano, sin embargo, son actitudes y sentimientos que no provienen del Altísimo. Cuando decimos “Perdónanos” estamos renunciando a la venganza y al rencor y nos comprometemos a sembrar la paz y el buen entendimiento entre las personas. Cuando decimos “No caer en tentación” estamos renunciando a nuestros “pecados favoritos”, aquellas actitudes que son contrarias a la voluntad divina pero las practicamos y hasta las justificamos. Cuando decimos “Libres del mal” estamos hablando de contar con la presencia divina para enfrentar y vencer al poder de la oscuridad y ser sal y luz en este mundo.

¿Es posible hacerlo…? Nos dice 1 Juan 4:9-10: “Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” Con este texto podemos ver que es posible vivir el Padrenuestro con plenitud, y que el precio humano a pagar es una insignificancia al compararlo con la inmensidad de las bendiciones que se reciben. Podemos vivir el Padrenuestro en su plenitud porque: a) Cristo en la cruz nos perdonó plena y completamente nuestros pecados, trayéndonos a la vida, a la paz y al bienestar general del ser humano; b) Por la fe en Cristo tenemos la salvación y estas bendiciones dispuestas para todo aquél que cree realmente; c) Somos criaturas nuevas, las cosas viejas pasaron, lo antiguo no “estira” más; d) Y nuestra respuesta es una vida completamente entregada a nuestro Salvador.

Que Dios te bendiga.

Pastor Carlos Brinkmann

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