¿Existe
el mal…? Muchos aseguran que no existe, que no hay un poder específico que sea
contrario a Dios. Pero en esta petición, el mismo Señor Jesucristo afirma que
sus hijos deben clamar por la protección contra algo que es contrario a la
voluntad divina.
En Ezequiel 28:13-17 es nombrado al origen
del enemigo divino: “Eras un modelos de
perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta. Estabas en Edén, en el
jardín de Dios… Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable,
hasta que la maldad halló cabida en ti…” Este “querubín protector”, lleno
de hermosura, esplendor, alabado, fue objeto de la maldad, ya que se llenó de
orgullo: “A causa de tu hermosura te
llenaste de orgullo, a causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría…”
(Vs.17) ¿El objeto de su orgullo…? Ser como Dios…
En Isaías 14:12-14 está bien demarcado el
motivo de lucha del querubín perfecto: “Subiré
hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios!
Gobernaré…” Este deseo de llegar al mismo nivel de aquél que lo creó
significó el comienzo de lo malo; reconociendo que en el principio no era así.
Lucifer fue creado perfecto, con un plan especial para él, pero el querer ser
como Dios, el llenarse de orgullo, el deseo de la autosuficiencia, el deseo de
tener poder sin límites y el querer saberlo todo lo fueron apartando del
Creador.
Estos
fueron los postulados con que Adán y Eva fueron tentados, ser como Dios. Las
palabras de Génesis 3:5 lo
ratifican: “Dios sabe muy bien que, cuando
coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios,
conocedores del bien y del mal…” Hoy día, la tentación sigue vigente, lo
podemos ver en todo aquello que las personas recurren para predecir lo que
viene y tener un caudal especial de información, cuando se busca en el
horóscopo el destino trazado de cada día; en el tarot respuestas para
decisiones importantes; en la Astrología el devenir futuro de nuestra vida,
este buscar sutil, disimulado de llegar a niveles que el común de las personas
no lo tienen; ni que hablar de la búsqueda crasa en el ocultismo, teniendo
poderes sobrenaturales; en los médiums que traen mensajes del más allá; en la
magia negra queriendo lograr torcer voluntades y destinos; etc. Lo llamativo es
que la promesa para todos es que si hacen todo esto: ¡Les va a ir bien…! La
mentira más grande de Satanás: Ponte en contra de Dios, desafíalo, “toréalo…”,
que de esta manera podrás llegar a los secretos que este Dios tiene escondidos
sólo para él mismo.
Este
mal del cual oramos seamos protegidos se manifiestan en tres principios
básicos:
1. El deseo de DOMINAR: Lo manifiestan postulados de parapsicólogos y afines que
prometen devolver el amor en minutos, como torciendo la voluntad y el
sentimiento de aquellos que se alejan de alguien
2. El deseo del PODER: Tener facultades extraordinarias
para logra un determinado propósito
3. El deseo de DESPERTAR ADMIRACIÓN: Ser elevado a un trono personal, por encima
de los demás.
Son
los mismos postulados por los cuales el querubín perfecto se fue aferrando para
enfrentarse y alejarse de su Creador.
¿Qué
pedimos entonces cuando oramos: “Más
líbranos del mal…”? Que nuestro Señor nos proteja del diablo, de Satanás.
Nos afirmamos en este pedido asegurados en que este Cristo tiene poder para enfrentar
y vencer a Satanás. En Lucas 4 vemos
las tentaciones que Cristo enfrentó y venció como hombre; Proveer para sus
necesidades; Abarcar poderes terrenales, y Hacer dudar de la Confianza,
alejarlo de su propósito de salvación. Venció a esas tentaciones respondiendo
con las Escrituras. Como Dios, con todo su poder descendió al infierno para
proclamar su victoria, afirmando que el único que tiene autoridad para entrar y
salir del infierno es Dios mismo; y limitar el poder del diablo a un pequeño
área y de acuerdo a su propia voluntad divina.
Cuando
oramos que nos proteja del mal, creemos que ningún mal puede afectar a un
cristiano, ya que en Gálatas 3:27
nos asegura que “Estamos revestidos de
Cristo…” Que en su poder y su voluntad, cuando se nos otorgó la fe desde el
bautismo, somos propiedad de Dios, y sólo Él tiene esa autoridad sobre nuestras
vidas, y que Satanás no tiene injerencia sobre el Cristiano. Como cristianos,
voluntariamente renunciamos a toda obra satánica, nos negamos a cumplir sus
postulados y acudir a sus prácticas, desde el horóscopo hasta el ocultismo
craso; y nos refugiamos en la obra salvadora divina, que en la cruz se llevó
nuestra condenación, y en la resurrección nos llevó para formar parte de su
pueblo santo.
Claro
que tenemos que ser cautos, el diablo conoce nuestras debilidades, y las
explota muy bien, no en vano es conocido como el “acusador”. Por lo tanto, siempre necesitamos acudir a Cristo para
que esas debilidades las transforme en sus fortalezas, ya que en esa debilidad
es cuando el poder de Dios se manifiesta transformándolas por su poder y para
su gloria, ya que no las conseguiremos vencer con nuestra decisión y
elecciones, sólo con la autoridad y poder divinos, proceso que muchas veces
toma toda la vida. Debemos cerrar la puerta a Satanás, ni por un mínimo de
curiosidad o necesidad dejar que haya alguna rendija abierta. Y siempre acudir
a la Palabra Divina, en ella está la respuesta y el sostén para que el mal no
nos toque y seamos protegidos por la mano divina.
Que
Dios los bendiga.
Carlos
Brinkmann
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