26 de mayo de 2013, domingo de la SS. Trinidad.
Bosquejo sobre Is. 6: 1-8
(Madrid- España)
Hemos celebrado Pentecostés. Cerramos el ciclo festivo de la liturgia.
Comenzamos hoy un nuevo y largo período. El de Trinidad. En él reflexionamos, a
partir de la palabra de Dios, en el ser y en el actuar de Dios Trino en
beneficio y para salvación de la gente. De nuestra gente en nuestro tiempo y en
este lugar.
Para que esto suceda, es necesario un correcto conocimiento de Dios, a
través de una fiel manifestación de Dios a la
gente. Una manifestación adulterada de Dios, una
tergiversación de la verdad acerca de lo que Él es y de lo que Él hace, lleva a
caminos erróneos, a falsas teologías. Todas las herejías tienen este
elemento común: Una falsa comprensión de Dios. El resultado final es la
idolatría.
Dios se ha manifestado como UNO. En la Shemáh, (Dt. 6:4) Y como TRES.
En la gran comisión. Nuestros credos tratan este misterio con mucho
respeto. Especialmente el de Atanasio y el de Nicea. Tratan, pero no explican.
Es misterio. Es para la fe. No para la razón.
En este domingo de la SS. Trinidad, permitamos que el misterio de Dios se
manifieste a partir del texto de Isaías 6:
Se trata de una visión dada a Isaías. Dios se manifiesta a sí mismo. Es una
teofanía excelsa y sublime. El misterio infinito se deja ver por un
instante a un mortal, en Jerusalén, alrededor del año 740 A.C. el de la
muerte del rey Uzías.
I. El EXCELSO se manifiesta en todo su esplendor. (Vers. 1-4)
El relato da algunos detalles: El Señor sentado sobre un trono
alto y sublime.
Su vestidura real llena el templo-palacio. Aspecto
imponente. Es el REY.
El séquito. Serafines volando. Seres puros, pero que delante
del EXCELSO
se cubren el rostro cual seres indignos.
La teofanía no sólo apunta a la vista, sino también al
oído. El REY EXCELSO
es aclamado antifonalmente con el
"Sanctus". El culto del templo celestial de
describe la naturaleza trinitaria del Altísimo, y su
supremacía absoluta sobre
todo el orbe. Dios es igual al trisagio. Los muros
tiemblan y el humo vuelve la
escena más
impresionante y solemne y derribante.
II. El efecto de la manifestación. La reacción del profeta. (v. 5)
Expresa con palabras desesperadas su propia
muerte. El motivo: ante la
Presencia del EXCELSO, santo y
puro, nada ni nadie impuro puede
permanecer. Es culpable
porque es pecador, y porque como tal "vio" al
REY, ante quien hasta los santos
serafines se cubren. Los labios impuros
describen el pecado personal y
social en el que se halla inmerso. Dios
fielmente manifestado en su
ley derriba al suelo al hombre pecador.
Reconocimiento y confesión del
pecado. Aceptación de la culpa y de la
imposibilidad de salir de ella por
sí mismo. Más Dios no es sólo ley que
derriba.
III. El resultado final de la manifestación es GRACIA que levanta al
derribado. (v. 6-7)
Un serafín, por voluntad de Dios,
vuela hacia él. Directa y personalmente
hacia él.
Y no para ejecutar la sentencia
de muerte. Todo lo contrario. Viene con un
carbón encendido, tomado del altar, con unas
tenazas, para tocar sus
labios con el fuego
purificador. Y con la explicación: "Esto tocó tus
labios....es quitada tu culpa,
y limpio tu pecado". (Se terminó tu problema).
El altar del sacrificio= Cristo y
su cruz.
El carbón encendido= su preciosa
sangre.
Las tenazas= Palabra y
sacramentos.
El serafín= Los siervos en
misión.
IV: La teofanía continúa por medio del llamado y envío de los
restaurados: (v. 8)
Isaías, una vez
levantado, perdonado, restaurado por la gracia de Dios,
escucha el llamado del uno y trino Dios:
¿A quién enviaré? ¿Quién irá por
nosotros?
Y la respuesta voluntaria no se hizo esperar:
"Envíame a mí".
En el v. 9 sigue el "envío". "anda y
di..."
Dios se nos ha manifestado. Se nos sigue manifestando. Nos ha llamado. Nos
ha enviado. A través de cada uno se quiere manifestar a muchos más. ¿Cuál es tu
respuesta?
Pastor Carlos
Nagel
Presidente de
la IELA
Bs. As.
Argentina
21/05/2013
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