En el
marco histórico, el libro de Hechos nos muestra que los apóstoles predicaban
aún cuando las autoridades religiosas se lo prohibían. Si nos ponemos de parte
de las autoridades, humanamente es comprensible esta actitud. Los judíos eran
confrontados con una nueva doctrina, con una percepción del mundo y de Dios que
era muy diferente al que habían conocido y en el cual basaban todos sus valores
de vida. Los apóstoles pregonaban claramente que ellos habían matado al Mesías,
y esto les parecía una locura, ya que ellos estaban esperando a ese Salvador
por generaciones, y ese pobre carpintero muerto en la cruz no era ese Salvador,
según su concepción. No podían aceptar que su Mesías muriera en una cruz, ya
que era el castigo más aborrecible para un judío, porque de esta manera era
considerado maldito, despreciado y abandonado por Jehová, el que muriera en un
madero, en una cruz. Y la herejía mayor era presentar a este hombre como Dios,
no aceptaban a otro dios más que a Jehová, y ahora creer en una Trinidad, era
como afirmar que Baal estaba con Jehová. La reacción lógica y humana, era
procurar refrenar esta doctrina con cualquier medio posible.
Aún con
todo este medio de persecución, los apóstoles predicaban, sufriendo cárceles y
azotes. Podemos ver que no era una situación sencilla enseñar el evangelio.
Muchas veces nos quejamos que hoy es difícil, que pocas personas tienen interés
por las cosas de Dios, pero siempre fue motivo de persecución la predicación
del Evangelio, en todos los tiempos y edades. Por eso, podemos tomar el ejemplo
de estos primeros cristianos, que a pesar de la persecución, sufrimiento,
negaciones, predicaban y enseñaban, porque sabían que este Cristo es el que las
personas necesitaban, y hoy también lo necesitan; que es el único Salvador y el
único mediador entre Dios y los hombres. La resistencia hacia la predicación
siempre existirá, ya que el diablo siempre procurará que esto suceda para
frenar el crecimiento del Reino y la salvación de las almas.
En el
versículo 1 son llamados discípulos los cristianos. Y el texto nos muestra la
integración que empezaba a existir dentro de la primera comunidad cristiana,
los de habla griega y los de habla hebrea. Esto también empezaba a ser
revolucionario, ya que siempre el judío procuraba ser exclusivista y hacía
segregación religiosa. Los de habla griega tenían su propia sinagoga y allí
estudiaban el texto bíblico en griego, y los de habla hebrea tenían, por otro
lado, sus propias sinagogas pero en idioma hebreo. El cristianismo los empezó a
juntar, pero en este choque de culturas y vivencias empiezan a aparecer los
conflictos. Como los discípulos eran hebreos, estaban a cargo de todo, de la
predicación y hasta de la administración, y, podemos ver sus propias
debilidades, había prioridad hacia los de habla hebrea. Sin embargo, nos
cuentan los estudiosos, que los de habla griega, provenientes de otros países
del imperio romano, tenían mayor celo por la misión, mientras que los de
hebreos eran más conservadores y miraban para adentro. Y esto también se
refleja hoy en nuestras congregaciones. Los que nacieron dentro de la iglesia,
los de cuna son más de mirar para adentro, de cuidar lo que ya se tiene,
mientras que el convertido, que no era parte de la iglesia pero conoció el
evangelio dentro de una iglesia, tiene una visión más de mirar afuera, de ir a
buscar personas. El amor de Dios puede conjugar maravillosamente estas dos
tendencias, que no son absolutistas, siempre hablando de generalidades, claro.
Es importante el celo misional, pero también es importante la visión de cuidado
y fortalecimiento del grupo en general.
En el
versículo 2 vemos la decisión que tomaron los apóstoles, los Doce. Permiten la
participación del resto de la comunidad. Esta comunidad elige a siete varones
llenos del Espíritu Santo. Podemos ver otro aspecto interesante en la
numerología, los doce apóstoles, las doce tribus israelitas, los siete griegos,
las siete naciones paganas. La integración de un universo completo, el
israelita, el pueblo elegido por Dios para llevar su mensaje, las naciones
gentiles, los receptores y motivo del mensaje. Si lo aplicamos a nuestra
realidad hoy, el amor de Dios está abierto a los gentiles, a los que no conocen
su salvación, y somos nosotros, los del pueblo elegido los que debemos
llevarla.
Retomando
el relato, vemos que fueron electos 7 personas del ala griega, el objetivo es
que todos participen y haya una administración y vivencia comunitaria integral,
procurando que llegue a todos. Mientras tanto, los apóstoles son llamados a
seguir con el trabajo al que Dios los puso en este mundo, dirigir las oraciones
y ocuparse de la enseñanza, enfocarse en la vida espiritual. Hoy también es
difícil el equilibrio, muchas veces, las personas llamadas a predicar el
evangelio son tentados a querer administrar y cuidar de los bienes temporales
de la iglesia, o, en ocasiones, los miembros piensan que un pastor lo tiene que
hacer. El llamado Ministerio Pastoral está enfocado a Predicar la Palabra de
Dios y administrar los Santos Sacramentos, enfocarse en otros aspectos, trae
confusiones y un desgaste para todos los miembros de la comunidad.
Estos
diáconos que empezaron el servicio en la iglesia, fueron reconocidos por la
comunidad, fueron electos por la misma, aprobados por los apóstoles y aptos
para el servicio. Esto nos muestra que nadie se puede autoproclamar dentro de
la iglesia, sino que tiene que ser debidamente llamado y reconocido por la
congregación, nadie se puede autoproclamar, ya que estas actitudes traen
conflictos y nos se hace de manera organizada y en orden; cuando estas
cuestiones de autoproclamación suceden, afloran los egoísmos, los deseos de
poder y control sobre los demás, los partidismos y divisiones, y, como
consecuencia, la lenta desintegración del grupo cristiano.
Y
cierra este texto con la afirmación que la iglesia crecía. Crecía en número,
pero también era una iglesia firme, segura y clara en sus convicciones, de tal
manera que los propios sacerdotes judíos, personas instruidas y convencidas de
la fe judía, se agregaban a la iglesia. Por eso es imprescindible el estudio y
la capacitación en la fe cristiana, ya que Dios nos dio un objetivo claro, el
salvar almas, y para esto debemos saber que hay personas que necesitan ser
cambiadas, y nosotros necesitamos ser instrumentos eficaces y útiles,
preparados y con el ánimo de ir al encuentro de los mismos.
Que
Dios los bendiga
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