La Parroquia en Imágenes

25 de agosto de 2010

Jueces Capítulo 15




Nos sigue contando la historia de Sansón en Jueces 15 que, ignorando que su suegro había hecho un cambio con su matrimonio, dando la hija a otro esposo; la va a visitar, y allí se encuentra con esa realidad.

El suegro, tratando de remediar la situación, le ofrece a cambio el matrimonio con la hermana menor, situación que Sansón no acepta. Podemos ver el valor de una mujer en aquellos tiempos, valor que el Señor Jesucristo revirtió, brindándole a la mujer el rescate de la salvación y la dignidad humana con la que fue creada.

En venganza, Sansón atrapa a unas 300 zorras, las ata por la cola, enciende en cada par una antorcha, y suelta a los pobres animales, que corrieron por los sembrados y plantaciones, quemando todo; otra vez, la personalidad especial haciéndose ver. Nos parece una barbarie, pero debemos recordar que Dios había pensado en Sansón como aquél que iba a rescatar al pueblo israelita de la influencia de los filisteos, una nación más organizada y más poderosa, que podía llegar a absorber al pueblo israelita haciéndole perder su identidad, social y religiosa; y hasta su libertad política, por decirlo así; aunque, el mayor peligro, era que introdujeran dentro de su visión religiosa, a otros dioses, dejando al Jehová de la Biblia de lado.

La reacción filistea fue típica, típica de las naciones que se definen poderosas y dueñas de la vida de otros, matando y quemando al suegro y ex esposa de Sansón.

Sansón contraataca dándoles a los filisteos responsables tal paliza, que no les deja hueso sano; y para mantener su integridad física, huye a las montañas y se esconde.

Ante el requerimiento filisteo, tres mil de sus compatriotas lo van a buscar, miremos el miedo y el respeto; pero también, ya que había que rastrear un área importante de la montaña, movilizaron a tantas personas para encontrar a Sansón.

Sansón se entrega, y es llevado ante los filisteos; pero, para la sorpresa de todos, en vez de calmarse, el vs. 14 dice que el espíritu del Señor se apoderó de él, y con una mandíbula de un asno recientemente muerto atacó a los filisteos y mató a mil de ellos. ¡Que batalla espectacular! ¿Será que la hizo solo? Es muy posible que los tres mil de los israelitas lo hayan ayudado, pero como era costumbre en aquella época, se le adjudicaba la victoria al líder de la facción, en este caso, suponemos que se hizo lo mismo con Sansón.

La historia termina que luego de la batalla, Dios abre una vertiente dando agua fresca para calmara la sed, y el nombre de la vertiente traducida es: “Manantial del que clama”; este Dios que responde con su obra al que está sediento y necesitado de su amor y presencia.

Sigamos confiando en Dios, afirmémonos en su identidad sin renunciar a los que nos identifica como cristianos y a vivir en su salvación todos los días de nuestra vida. Bendiciones, y hasta el próximo capítulo de la historia de Sansón.



Pastor Carlos Brinkmann

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