La Parroquia en Imágenes

3 de julio de 2012

Padre “Nuestro”




Cuando seguimos orando el Padre nuestro, luego de reconocer que tenemos un Gran Padre, afirmamos que es nuestro…. O sea, mío y de alguien más… ¿De quién más…? De aquél que lo reconoce como su padre también.
En esta vida, nuestros hermanos de sangre no fueron invitados, no fueron buscados por mi persona, fueron engendrados por los padres terrenales, de la misma manera, al formar parte de la familia de Dios, yo no elijo quién es mi hermano en la iglesia, es Dios quien los engendra y los “coloca” en la familia, así como lo hizo conmigo también.
A nuestros hermanos los podemos tratar de tres maneras: a) Hacerles la guerra en todo para que siempre prevalezca mi opinión; b) Serles completamente indiferentes y no importarme en nada de lo que les suceda; o c) Unirse y compartir colaborando en la configuración de la familia.
El apóstol Pablo, escribiendo a los de Éfeso en el libro de Efesios 2:19-22, les dice: “Ustedes ya no son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (versículo 19) En este versículo les afirmaba que no son “colados” en la iglesia, si bien antes eran paganos, antes no creían, ahora son acercados por Él mismo y hechos miembros de la familia. Les asegura que en la iglesia no hay ni “superiores ni inferiores”, no hay de los “de cuna” y los “agregados”, son todos iguales, miembros de la familia de Dios, hechos ciudadanos por obra del Señor.
En el versículo 20 les dice: “…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, cuya piedra angular es Jesucristo mismo…” ¿Quién era el fundamento de los profetas y apóstoles…? ¡Cristo mismo…! Bien sabemos que cualquier edificación debe contemplar una buena base, porque de nada sirve hacerlo bello o vistoso, si no tiene sustento. La base, que muchas veces no se ve, es el verdadero sostén de un edificio; así Cristo es el sostén del edificio de la fe. Podemos ver como Pablo con la palabra griega “oikos”, traducida puede significar casa o familia, la usa para graficar estas dos imágenes, para ejemplificar lo que es “nuestro”, ese “nuestro” de la oración, ese “nuestro” que somos todos nosotros. Pablo menciona, además, “la piedra angular”, tomando un ejemplo de los puentes romanos que usaban como sostén piedras en forma de ángulo, que encastrados entre sí, permitían que el puente no se derribe, por eso podemos ver que esos puentes tienen una forma circular por debajo de base a base, y arriba cruza la carretera, y la piedra central era la principal, ya que sostenía todo, si esa se caía, se caía todo el puente; así Cristo, es la piedra central de la fe, y si Él no está, todo lo que conocemos como iglesia, se derrumba.
Claro que se puede construir “iglesias” sin Cristo, se pueden hacer iglesias sobre la costumbre, sobre el dinero, sobre la política, sobre el racismo, sobre las tradiciones….; pero no aguantan mucho tiempo, terminan derrumbándose porque siempre la piedra angular debe ser Cristo.
En el versículo 21 dice: “En Cristo, todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para llegar a ser un templo santo en el Señor.” Otra vez, Cristo es la base y es la forma, es el centro de la vida cristiana. Y nos transforma a cada uno de nosotros en “piedras vivas”, no las piedras muertas a la orilla de un arroyo, sino piedras vivas que crecen, crecen en fidelidad, constancia y amor, pero también crecen en cantidad, ya que la fe es un vivencia que es vista y se contagia, una congregación sana siempre atrae nuevas personas, y además de atraerlas, las retiene, porque son todos “piedras vivas”; vida dada por el mismo Dios, que es nuestro Padre y nos transforma en “nuestro pueblo”. Formamos parte del “Templo Santo”, o sea, apartado para Dios.
Y en el vs. 22 termina afirmando: “…en Cristo, también ustedes son edificados en unión con él, para que allí habite Dios en el Espíritu” Es que la verdadera edificación es en Cristo mismo, pero sosteniéndonos unos a otros, es en el “nosotros” que vamos creciendo y permitiendo que el Señor siga habitando en nosotros, es en el sostenerse unos a otros donde permitimos que la obra de Dios se mantenga y se extienda.
Como conclusión:
a)      Formamos parte de una familia especial, la familia eterna, una familia donde somos “llevados” por el Espíritu Santo, donde hay diferentes caras, formas, idiomas, gustos, etc, pero todos tenemos al mismo Padre, nadie puede traer a otro a la iglesia, es el Señor que los trae, pero nos usa como sus instrumentos para que se vea el fundamento y la dirección  de la familia de Dios.
b)     No hay andamiaje fuera de Cristo que sostenga a la iglesia, no pueden haber estructuras humanas, sea cual fuera, que pueda contener la inmensidad y el poder de Dios, por eso Dios mismo es quien vive y se mueve en la iglesia, siendo Cristo la base y el centro de unión.
c)      El Señor nos “pone” dentro de la familia para nuestro crecimiento, para nuestra vida real como salvos, para que nuestro caminar sea seguro siendo Él mismo quien nos fortalece y nos enseña en la fe
d)     Y estamos en la familia para sostener al hermano, esa oración que incluye el “nuestro”, el nosotros, nos asegura que no estamos solos en la vida, que tenemos también la oportunidad de sostener y acompañar en el caminar de la vida a nuestro hermano.

Pastor Carlos Brinkmann

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