La Parroquia en Imágenes

24 de agosto de 2012

El Padrenuestro, (parte 5)



La segunda petición nos lleva a recordar que formamos parte de un Reino especial. En esta vida vivimos bajo diferentes gobiernos, pero los cristianos reconocemos que no formamos parte de este mundo, de este reino terrenal. Quizás alguno se pregunte, ¿cómo es posible…? No vivo en el aire, tengo mis pies depositados en la tierra, hay autoridades que determinan cursos en mi vida, ¡Sí estoy en este reino…!
El Señor Jesús dijo en su oración especial la noche antes de ser entregado: “Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del mundo” (Juan 17:16). Claro está que está haciendo referencia a aquél que tiene la autoridad en determinado reinado, y acá estaba haciendo claramente la distinción de una distinta autoridad, a la cuál él no se sometía cuando decía “…yo no soy del mundo...” ¿De qué mundo está hablando? Del mundo donde la autoridad es la que afirma Pablo en Efesios 2:1-2 “Antes ustedes estaban muertos a causa de las maldades y pecados en que vivían, pues seguían los criterios de este mundo y hacían la voluntad de aquél espíritu que domina en el aire y que anima a los que desobedecen a Dios…”. Esto en Versión Popular, la Reina Valera identifica al que tiene la autoridad contraria a Cristo, a la cual Jesús no se somete, “…el príncipe de la potestad del aire…” Aquél que con su obra hace que los hombres desobedezcan a Dios y permanezcan en la muerte espiritual.

Entonces, en la oración del padrenuestro identificamos que pertenecemos a otro reino, que hay un reino claramente identificable que marca la contrapartida a la voluntad divina, y que nosotros nos pertenecemos a ese reino, por más que estemos atados a las directivas y consecuencias corporales, pero espirituales pertenecemos a l reino de Dios.

Este reino de Dios se puede marcar en tres espacios, Reino de Poder, que abarca la creación, la organización de la naturaleza, la marcha del universo, que tienen un principio de partida con sus leyes naturales, pero sometidos siempre a la voluntad especial del Creador. Un segundo espacio, el Reino de Gracia, el gobierno de la iglesia proclamando el evangelio, donde el amor de Dios es presentado a la humanidad, rescatándola de la muerte en que se encuentra por obra del “príncipe de este mundo…” y llevándola a la vida ante Cristo. Y el tercer espacio es el Reino de Gloria, donde la perfección anhelada de estar ante la presencia de Dios sin que el pecado, el diablo y la muerte sean obstáculos para verle cara a cara, y vivir una vida plena y sin final.

Cuando oramos “Venga tu reino”, no es que el reino de Dios necesita de nuestra colaboración imprescindible para venir, el reino de Dios viene, en verdad, por sí mismo sin nuestra oración; mas rogamos en esta petición venga también a nosotros. ¿A que estamos apuntando con esta oración…? Clamamos entonces que nuestro Padre celestial nos de su Espíritu Santo, de modo que por su amor inmerecido creamos su Santa Palabra, la Biblia, y podamos vivir en santidad, completamente consagrados a Cristo, sin prestar atención ni sumisión al reino de este mundo, y que podamos vivir en esta entrega por siempre, pudiendo también hacerlo en el reino venidero.

Cuando oramos la segunda petición, pedimos que Dios con su gran bondad nos conceda la verdadera fe, la que nos trae de la vida a la muerte, nos sostenga para que nuestra vida sea santa, sin permitir que los aspectos del reino de este mundo nos hagan apartar la vista de nuestro Salvador; y por consecuencia que este reino de gracia, la de traer vida al que esta muerto en el pecado, sea extendido sobre la tierra para las millones de personas que siguen al príncipe de este mundo puedan formar parte del reino de gracia y ser rescatados de la perdición. En esta petición oramos además, que se apresure la venida del reino venidero para que podamos disfrutar de la perfecta presencia de Dios, sin que el pecado, el diablo y la muerte sean obstáculo para ver a Dios y estar en la perfección completa.

Estimado hermano, cuando ores esta petición “Venga tu Reino”, estás reconociendo que formas parte del reinado del vencedor, de aquél que tiene la victoria asegurada con su resurrección, y que un día derrotará completamente a aquél que lo enfrenta, pero no nos deja esperar a la vida eterna para disfrutar de su presencia, ya en esta vida podemos contar con su vida especial, con su perdón, su paciencia, su obrar, su cuidado, su amor, su paz… En fin, con todo lo que Dios es y hace. Que este Señor te bendiga.

Pastor Carlos Brinkmann

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