La Parroquia en Imágenes

15 de septiembre de 2012

El Padrenuestro (parte 5b)



“Yo no quiero hacerlo…” ¡Cuantas veces lo escuchamos, ¿no es cierto…?! Quizás lo dijimos también…. Cuando alguien nos manda hacer algo que no nos agrada, o en ese momento no tenemos la voluntad de hacerlo, decimos esa frase.
Sin embargo, en la oración del Padrenuestro, en la tercera petición decimos: “Yo si quiero hacerlo…” ¡Que cambio…! ¿No? Para el cristiano no es difícil aceptar la voluntad divina, porque podemos descubrir aspectos especiales en ella:
Dios quiere, en primer lugar, que todos sean salvos; en 1 Timoteo 2:4 dice “…el cual (Dios) quiere que todos sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad…” Desde el bautismo somos transformados en los hijos de Dios, traídos a la salvación, en “nuevas criaturas”; y en ese crecimiento hacia la verdad somos edificados y nos transformamos en testigos del Altísimo; sin embargo, la realidad nos muestra que hay personas que rechazan esta voluntad, se pierden, y nos imaginamos las lágrimas divinas por cada alma que lo deja de lado y va camino a la perdición
En 2 Tesalonicenses 3:3 nos dice “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará de todo mal…” Es voluntad de Dios de afirmar la fe y proteger a sus hijos. Este cuidado divino incluye todas las necesidades de cada día, comida, vestido, hogar, familia, de la misma manera que un padre terrenal provee y protege a su hijo. Pero, amplía ese cuidado protegiendo Dios a sus hijos del mal, advirtiéndonos sobre la tentación mostrando con claridad que es pecado y que no lo es, y poniéndonos su escudo celestial sobre el mal en sí, este adversario, Satanás que procura destruir la obra de Dos siempre y en todo lugar; y le otorga el Señor a sus hijos sabiduría para seguir con claridad y entender su voluntad.
Cuando oramos que sea hecha su voluntad en la tierra, que lo sea así como lo es en el cielo. En el cielo no se encuentra resistencia ni oposición a la voluntad divina. Sin embargo, en la tierra encontramos al diablo “…como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar…” (1 Pedro 5:8), procurando destruir la obra del Altísimo. Oramos además pidiendo  que nos de la sabiduría y la fuerza para no amar las cosas de este mundo, no atendiendo las inclinaciones de nuestra carne; no dejándonos llevar por las cosas de este mundo, las bellezas externas, los bienes, el status, la vanagloria o el poder, porque la clave para estar en esta vida es la que encontramos en 1 Juan 15:17 “…y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” La clave es la vida eterna.
Como conclusión, los cristianos enfáticamente queremos hacer la voluntad de Dios, porque somos sus hijos. Los cristianos renunciamos a la carne, al mundo y al diablo porque estamos en el camino de la vida eterna. Los cristianos estamos comprometidos para luchar procurando que la voluntad divina siempre se cumpla plenamente. Que Dios los bendiga.
Pastor Carlos Brinkmann

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