La
cuarta petición que elevamos en el Padrenuestro corresponde al sustento diario.
Lo llamativo del caso es que Dios lo otorga a todos por igual, bien el hombre
se lo pida o no, ¡qué cosa extraña… ¿no?!
Pero,
¿que sucede cuando clamamos en esta petición para que nos sea dado nuestro
sustento?, el Señor está cambiando la óptica de nuestra dependencia, y en vez
de ver nuestros logros personales, podemos ver con claridad la obra divina en
nuestras vidas.
Lutero,
en el Catecismo Menor (Pag. 78 pregunta 244) afirma que el pan de cada día
contempla todas las áreas de nuestra vida, comida, bebida, vestimenta,
vivienda, vecinos, familia, patrones, clima, gobierno, amigos, etc…
Cuando
oramos pidiendo “NUESTRO” pan,
estamos afirmando que no queremos lo del otro, ni como empleado, tratando de
cumplir con nuestras obligaciones; ni como patrones, respetando y cuidando al
empleado; cada uno en su área siendo honrado, ya que el empleado, por ejemplo,
que no cuida y no trabaja con diligencia, le está quitando la ganancia a su
patrón; y el patrón, por ejemplo, que explota y hace trabajar a deshora a su
empleado, también le está quitando el pan que le pertenece. Lutero afirmaba que
inclusive esta oración contempla el pedir por el pan del prójimo, no solo por “MI” pan, sino por el pan “nuestro”; ya que siempre hay alguien
que lo necesita, por enfermedad, vejez, accidente, por mal trabajo o por no
tenerlo…
Muy
valioso confiar en la providencia divina, ya que al decir “de cada día”, nos estamos conformando a lo que recibimos; en
Proverbios 30:7-9 está escrito: “Dos
cosas te he demandado; no me la niegues antes que muera; vanidad y palabra mentirosa
aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea
que me sacie y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?. O que siendo pobre, hurte,
y blasfeme el nombre de mi Dios”.
Esta
petición nos cuida de las dos actitudes en la vida preponderantes, la soberbia
del que con su capital puede defenderse y vivir holgadamente, sin tener que
depender de nadie; y la de aquél que necesitado tiene que quedarse con algo
ajeno, y así ofenda y caiga de la gracia de Dios.
La
mayor promesa la encontramos en Mateo 6:33-34: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el
día de mañana traerá su propio afán”
Podemos
confiar en este Dos único y especial, que fue capaz de brindarle a la humanidad
lo necesario para su salvación, la muerte de su hijo Jesucristo; en esta fe
podemos descansar y confiar que el Señor nunca nos dejará faltar lo necesario y
tendremos el “pan nuestro de cada día…”
Pastor Carlos
Brinkmann
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