La Parroquia en Imágenes

7 de marzo de 2013

Segundo domingo de Cuaresma 2013




Cristo es la roca que brinda agua espiritual 
Texto: Éxodo 17:1-7 

Nos cuenta el Éxodo que la comunidad israelita, luego de la salida victoriosa de Egipto, en unos meses de viaje, se encuentran frente al monte Horeb habiendo atravesado el desierto de Sin. 
Llegan Refidim con la esperanza de encontrar alivio y un lugar de sosiego luego del paso por el desierto, pero la realidad les golpea la cara, y sólo encuentran un lugar seco, sin agua. Podemos imaginarnos a esas personas, frustradas sus expectativas, ansiosas de encontrar alivio para ellos y sus animales, y empiezan a criticar a Moisés. Sin embargo, no era un pedido, era un reclamo amargo, de tal magnitud que hasta dudaban que Dios estuviera con ellos, o que el dios de Moisés era auténtico, estaban a punto de renegar de este dios y abandonar todo, y la cara visible que se llevó los primeros ataques fue Moisés. 
Moisés, sintiéndose sin defensas, acude también con desesperación a su Dios y, a su vez, le hace el respectivo reclamo. Tanto uno como otro no estaban haciendo un pleno relato de su situación, como una exclamación por el clima, o por las vicisitudes; estaban en una queja amarga, desilusionada, sin futuro, cargados de grandes dudas. 
El punto en contra de esta actitud es que no habían pasado muchos meses donde habían visto el poder en acción de este Dios, fueron partícipes de las 10 plagas en Egipto; el cruce del mar Rojo, que paro de circular y se abrió dejando un muro de agua a cada lado de la columna; el alimento milagroso, el maná que estaban recibiendo; todas señales sobrenaturales que mostraban una mano milagrosa que estaba guiando a este pueblo, habían visto todo, pero lo habían olvidado por una prueba extrema, pero no mortal. 
A nosotros hoy nos sucede lo mismo, nuestras quejas mas comunes, falta de dinero, etc. nos llevan a dudar que Dios está con nosotros, y empezamos a quejarnos amargamente, sin tomar en cuenta de que este mismo Dios, ya nos había acompañado y sostenido desde siempre, y que también sucedieron cosas especiales y sobre naturales, pero, ni bien se nos aprieta un poco, ya empezamos a dudar. 
Este reclamo contra Dios evidenciaba que no confiaban en el Señor, ya que confiar es esperar con seguridad y firmeza, y no estaban ni seguros ni firmes que Dios podría ayudarlos. 
No creían realmente en Dios, ya que creer es dar por cierto una cosa no demostrada, y no daban por cierto que Dios podría ayudarlos. 
No conocían a Dios en profundidad, ya que confiar es captar la realidad mediante el entendimiento, y sólo veían a Dios en la medida que les era útil. 
No obedecían a Dios, ya que obedecer es seguir las reglas establecidas, y no estaban dispuestos a dejar nada de sus ideas para seguir y hacer lo que este Dios quería hacer. 
Estas personas tenían falta de fe, pero, ¿qué desgasta la fe…? 
La fe es desgastada por el pecado, como el egoísmo, solo esperar el individuo su propio bienestar sin mirar al otro. La vanidad, el creerse más que otro. La falsedad, el esconder las verdaderas intenciones. La agresividad, el querer imponer algo a los demás. La indiferencia, que cada uno se las arregle como pueda. Son actitudes que nos van haciendo bajar la vista de adoración y espera en Dios, y nos llevan a fijarnos en lo que encontramos en mostros y en la tierra rompiendo la relación especial con el creador. 
Pero también hay otros elementos que desgastan la fe, una autoestima baja, esa falta de auto-valoración, el creerse poca cosa que va aislando a la persona de los demás. La falta de seguridad en uno mismo, por causa de pobreza, o por desconocimiento o por edad. El querer conformar a todos renunciando aún a sus propios ideales. El confundir prioridades, en nuestra relación con Dios siempre hay prioridad para Dios, pero muchas veces son trastocados por otros. El poco conocimiento de su Palabra, que nos lleva a repetir conceptos ajenos, muchos de ellos errados 
La contestación a la pegunta que tenían los israelitas, y que muchas veces aparece entre nosotros también: ¿Está o no está el Señor con nosotros?”, está en las tres esferas del tiempo: 
El pasado, mirando el sufrimiento de Cristo en la cruz, una entrega especial que ningún otro la hizo, una prueba de amor irrepetible que nos trajo salvación. También el cuidado de bendición que nuestro Padre nos brinda desde el vientre de nuestra madre. 
El presente, pudiendo tener salud, el control de nuestro cuerpo y de sus funciones, la prosperidad, la familia, la fe, el perdón de los pecados. 
Y el futuro, ya que nuestra vida, yendo a su ocaso, se va preparando para ese encuentro especial con el Salvador, la Vida Eterna 
Podemos afirmar entonces, que Dios estuvo, está y estará siempre con nosotros. 
Esa roca que Moisés golpea allí, en el monte Horeb, en el paraje de Refidim, que ante la queja amarga y derrotista de los israelitas, Dios le mandó que golpee esa roca, y salió una vertiente de agua tan grande y poderosa que permitió que tomen agua tanto las personas como los animales. Allí, sin agua, no había esperanza, era la muerte segura, y los llenaba de amargura. La obra divina hace que salga una gran vertiente, trayendo alivio, produciendo alegría, afirmando la vida y asegurando un buen futuro. 
Con Cristo, esa roca eterna, rodeados de amargura por los pecados y sus consecuencias, la muerte eterna como algo seguro, separados de Dios, sin esperanza; en la cruz derrama su sangre para que tengamos vida abundante, que nuestros futuro no sea oscuro y negativobrindando alivio y llenando de alegría a aquél que deposita su confianza en Él. 
Que en esta Cuaresma nos acerquemos a la Roca Eterna, la única que nos puede sostener y brindar la vida eterna. 

Pastor Carlos Brinkmann 

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